Recuerdo en mi infancia, de esto hace mucho, cuando los ordenadores eran unos monstruosos armarios que salían en las películas del futuro y de los que disponían solo algunos gobiernos y organizaciones de dimensiones ciclópeas. También recuerdo a aquel profesor de EGB que en 1982 nos decía a unos incrédulos chavales que, algún día, el ordenador estaría en todos los hogares como ya estaba por entonces el teléfono. Lo que no pudo adivinar es que el ordenador llegaría a ser el propio teléfono y no necesitaría cable, ni siquiera un hogar, tan solo el bolsillo de un pantalón.
Más tarde, empezaron a cumplirse los pronósticos y los ordenadores aparecieron en los escaparates, en las oficinas, centros educativos y hasta en las casas. Comenzó la fiebre por esa herramienta futurista difícil de comprender y manejar para la mayoría. Yo quise formar parte de ese futuro y me especialicé en lenguajes de programación, como COBOL, BASIC y PASCAL, así como en el manejo de los sistemas operativos de entonces, CP/M, MSX o el incipiente y revolucionario MS-DOS. Windows, por entonces, no encajaba ni en las películas del espacio.
En aquella década de los ochenta, eran pocas las empresas que contaban con un equipamiento informático, más allá de bancos y grandes corporaciones. Había que ser muy audaz para hacer una inversión de semejante calibre sin tener la certeza de que le ibas a sacar partido. Cuando metías un ordenador en tu organización y tenías cuartos para pagarlo, se te planteaba el siguiente problema; saber qué hacer con él. Nada que ver con la realidad actual, en la que no sabemos qué hacer sin él.
Es por eso, por lo que en Extruplesa, podemos sacar pecho por audaces y pioneros. En 1983, Persianas la Española, es decir, nosotros mismos, teníamos un equipo informático como había pocos, un PHILLIPS que consistía en una mesa metálica con la impresora, teclado y monitor incorporados, con un disco duro más grande que los antiguos de vinilo y unos discos flexibles (floppy), como el de la fotografía, de tamaño muy superior a los de 5,25 pulgadas que se popularizaron posteriormente. Este disco, tenía la escalofriante capacidad de 128 bytes. (1 Giga son 7.812.500 discos de estos, casi nada).
Pero lo más importante de todo, teníamos muy claro qué hacer con él, y como entonces, seguimos apostando por todo eso que suene a futuro.